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sábado, 13 de octubre de 2012

El Ovni que se estrelló en Chile: El increíble caso de Paihuano


Un objeto volador de color gris y de forma cilíndrica se estrelló contra un cerro en 1998, a la vista de numerosos testigos. Horas más tarde, el sector quedó bajo control militar.
El miércoles 7 de octubre de 1998, cerca de las 16.00 hrs., un hecho bastante inusual rompió la tranquilidad habitual de la apacible localidad de Paihuano. Varios lugareños -entre los que se contaban campesinos, profesores, dueñas de casa y funcionarios municipales- fueron testigos de un choque de un objeto volador no identificado, de color plateado, con una de las laderas del cerro Las Mollacas.
Según el relato de estas personas, el objeto se habría partido en dos, quedando una parte en la cima mientras la otra caía unos pocos metros más abajo. “El objeto era algo muy parecido a un disco metálico, que irradiaba por el sol un brillo metálico muy intenso. Nunca en mi vida había presenciado algo tan extraño. Por supuesto no fui el único que lo vio. Mucha gente también presenció lo mismo”, relató en su momento Raúl Flores, un vecino cuya casa estaba enclavada a los pies mismos del cerro Las Mollacas.


Para rematar lo misterioso del asunto, se produjeron varios cortes en las transmisiones de radio y televisión pues, coincidiendo con la colisión, las antenas repetidoras de Paihuano y de Pisco Elqui presentaron varios problemas de transmisión, debido a fenómenos electromagnéticos.
Operación de rescate 
Media hora después del choque ocurrió un segundo hecho que alteró la tranquilidad de los lugareños. Toda la zona quedó bajo control militar. El relacionador público de la municipalidad de Paihuano, que pretendía comentar el incidente del choque en una conferencia de prensa, recibió también un llamado de un presunto funcionario de la Nasa que, en un español muy deficiente, le rogó que cancelara la conferencia y que no entregara ninguna información. El alcalde accedió a la petición a la espera de recabar más antecedentes. Los antecedentes, como era de esperarse, jamás llegaron.
En la madrugada de ese mismo día, el sueño de la mayoría de los habitantes de Paihuano, de por sí muy inquietos por los recientes sucesos, se vio interrumpido por el sonido inconfundible de dos helicópteros militares -uno de ellos de color negro, muy parecido a los Blackhawk americanos-, que sobrevolaron la zona hasta que amaneció. Al día siguiente, un taxista que transitaba por los alrededores en busca de pasajeros aseguró a sus coterráneos que había visto tres camiones verdes que, circulando por una vía alternativa, arrastraban una gran rampa. En la misma iba un enorme objeto metálico, de estructura curva y de color gris, con tonos fosforescentes, cubierto parcialmente por una lona.
Después de ese reporte, nunca más se volvió a saber del supuesto ovni estrellado en Paihuano. Dos días después de la colisión, un grupo de vecinos, acompañados por personal de Carabineros de la tenencia local, subieron por su cuenta y a duras penas al cerro Las Mollacas. Tras seis horas de viaje llegaron al lugar del impacto para ver con sus propios ojos los restos del misterioso objeto, pero no encontraron un solo vestigio. Sólo tierra y muchas piedras.
Después del incidente, las teorías para explicar la procedencia del objeto estuvieron a la orden del día. Primero se dijo que era un globo meteorológico, después que era una sonda extraviada, más tarde que era un vehículo volador teledirigido. A continuación, se barajó la posibilidad que fuera un bólido o meteoro que venía procedente del espacio y, finalmente, se rumoreó que era una nave secreta de los norteamericanos, puesta en el aire en el marco de la Operación Unitas, que se había celebrado ese mismo año en el litoral de Coquimbo (pero que finalizó el 26 de septiembre, 11 días antes que se produjera el incidente de Paihuano).
Hoy, 14 años después, los vecinos de Paihuano aseguran a quien quiera escucharlos que algo muy extraño cayó del cielo esa tarde de octubre de 1998. Y que también se produjo una gran operación de encubrimiento para tapar el incidente. Por ello muchos no dudan en llamar a este hecho el “Roswell” chileno, en alusión a la famosa y supuesta caída de una nave espacial tripulada en el pueblo de Roswell, Nuevo México, en 1947.
Lo indudable es que un objeto volador que no pudo ser identificado se estrelló contra el cerro las Mollacas en 1998 y que, horas más tarde, se montó un inusitado y secreto operativo para rescatar los restos del mismo (el controlador aéreo del Aeropuerto de La Serena confirmó posteriormente la llegada de equipo especializado en avión para realizar una “operación de rescate de un objeto caído” en la zona de Paihuano).
Sólo queda dilucidar qué cosa era el mentado objeto. ¿Un meteoro? ¿Una nave secreta americana? ¿O una nave de otro planeta? El enigma todavía persiste.

Harán una base en el lado oscuro de la Luna


El objetivo es que sirva para hacer escala en futuras expediciones a Marte y otros planetas del sistema solar. Pero primero deben buscar soluciones para proteger a los astronautas de la radiación y ver la manera de cómo “reabastecer” la nave a esa distancia del planeta Tierra.

3.000 millones de dólares por año es el costo estimado del proyecto, que podría estar listo en 2017La Casa Blanca ya fue informada sobre el asunto, aunque todavíano confirmó su respaldo.

La base tripulada se ubicaría de forma permanentemente a 443.200 kilómetros de la Tierra, superando la distancia de la Estación Espacial Internacional (ISS), situada a 400 kilómetros del planeta. Según la NASA, el lugar especifico sería en uno de los cinco puntos denominados Puntos de Lagrange.
Según RT, los Puntos de Lagrange son cinco posiciones en un sistema orbital donde un objeto pequeño, afectado por la gravedad, puede estar estacionario respecto a dos objetos más grandes, como la Tierra y la Luna.  En otras palabras, son zonas que sirven como estacionamientos para naves espaciales.

Los científicos aseguran que es la mejor opción a corto plazo para desarrollar la experiencia de vuelo a Marte y reducir los riesgos. 

sábado, 6 de octubre de 2012

Los binoculares que nos leen la mente.


El Pentágono crea unos prismáticos que captan señales del subconsciente que nos alertan de amenazas antes de percibirlas.
La agencia etadounidense de tecnologías futuristas DARPA presentó al Ejército de EE.UU. unos binoculares que analizan las ondas cerebrales del soldado y le alertan de peligros antes de que los perciba su conciencia. El nuevo dispositivo de la Agencia de Proyectos de Defensa de EE.UU. (DARPA) es en realidad un sistema electrónico compuesto de binoculares y un casco especial provisto de sensores capaces de analizar las señales electrónicas que emite el cerebro humano cuando la persona observa algo. 

La ventaja principal del dispositivo, llamado CT2WS, es que alerta al militar de los peligros que el cerebro registra a nivel del subconscuiente antes de que la señal electrónica cerebral llegue a la consciencia. Ensayos en una base militar en el estado de Arizona demostraron la eficacia del sistema, ya que de 2.304 acontecimientos que ocurrieron ante los ojos de los voluntarios sólo cinco fueron mal interpretados por el CT2WS. 

Otras pruebas que se hicieron para comparar la eficacia de la interpretación de peligros con estos prismáticos y con binoculares ordinarios, mostraron que el dispositivo registra el 91% de los riesgos. Sin el CT2WS el porcentaje fue del 60%. Ahora los expertos contratados por DARPA incorporan estos binoculares en sistemas de visión nocturna militar y tratan de eliminar la necesidad de usar gel de contacto para fijar los electrodos del sistema al cuerpo. 

Intentan también instalar un radar sofisticado en el sistema para que el margen de error del CT2WS se reduzca a cero. Se informa que el dispositivo, que costó más de 10 millones de dólares, contará con una cámara de 120 megapíxeles que grabará lo que ve el usuario y una pantalla de 120 grados de vista.

Crean implantes electrónicos 'solubles' en el cuerpo humano.


Los científicos pudieron poner en práctica todas las propiedades necesarias para esta idea usando solo tres materiales

Bioingenieros estadounidenses crearon unos implantes electrónicos que se disuelven en el cuerpo, por lo que no hay necesidad de recurrir a la cirugía.

Los detalles del descubrimiento y las peculiaridades de ese tipo de implantes aparecen en un artículo publicado en la revista Science. "Llamamos a nuestro invento 'electrónica temporal'", asegura John Rogers, el jefe del grupo de científicos de la Universidad de Illinois, EE.UU., que trabajó sobre la idea varios años, experimentando con una variedad de compuestos orgánicos e inorgánicos. Según los científicos, todos los componentes de esta electrónica tienen que salir fácilmente del cuerpo sin causarle daño. Además, el dispositivo debe ser bastante flexible y compacto para la implantación exitosa bajo la piel u otras partes del organismo humano. 

Los autores del estudio pudieron poner en práctica todas las propiedades necesarias de la electrónica 'disoluble' usando tres componentes principales: magnesio, silicio ultrafino y polímero a base de seda. El magnesio y la 'seda' son seguros para el cuerpo y pueden ser procesados por enzimas celulares, mientras el silicio es químicamente inerte y gradualmente se desintegra bajo la influencia de moléculas de agua. 

Para demostrar su invento los científicos han producido un implante que tenía que reconocer bacterias y lo implantaron bajo la piel de una rata. El dispositivo no molestó al roedor, al contrario, seguía con éxito las bacterias y lo más importante: se disolvió cuando llegó el tiempo. Además, los bioengenieros advierten de que el uso de tales dispositivos no está limitado a la esfera de la medicina. 

En particular, también los teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos portátiles basados en componentes solubles pueden desecharse, cavándolos en el suelo o echándolos al agua.